miércoles, 9 de diciembre de 2009

Para vos.

Llegó navidad, ¿recordarás cuando me construiste aquella casita para jugar?, pasé los momentos más lindos de mi niñez allí metida. Una vez te ví entrar de la nada, anunciando lo feliz que estabas de volverme a ver, parece mentira que la vida te haya preparado ese destino tan cruel, ¿dónde se fueron tus buenas acciones y todo tu amor?, jamás olvidaré esa navidad que prometiste cambiar, y que junto a vos celebramos sin parar, sonriéndole a la esperanza de creer en un nuevo despertar.

Me enseñaste a valorar las cosas sencillas, a sacar canitas por un bolívar que nunca llegaba, a actuar por amor y no por interés, a ser fiel a mis ideales, como siempre lo fuiste vos. Aún conservo la gorra roja, esa que me regalaste dos días antes de partir, con tu majestuosa sonrisa de optimismo, anunciando que otro triunfo estaba por venir, siempre tan alegre y rozagante, tan atento y vivaz.

Esta será la primera navidad que no te veré andar, ni sentado en la acera, ni sonriendo sin parar, ¿a qué lugar te fuiste?, ¿estará la vida sonriéndote y compensando todo aquello que alguna vez te quitó?, si algún día regresas a este mundo, no dudes en pasar a saludarme, te extraño más de lo que pudieras imaginar.

Te regalo esta canción que con tanto amor me enseñaste, jamás olvidaré como sonaba en tu ronca voz. Te amaré siempre Rafael Antonio, tío de todos, padre de pocos. Feliz Navidad donde quiera que estés.

Quizás somos dos locos incurables,
tal vez somos dos chispas en la oscuridad,
quizás es que en lo nuestro no quisieron
tratar de comprender nuestra mejor verdad,
y no importa la distancia de tu puerto,
que pongan siete mares entre tú y yo,
no importa soportar las tempestades,
mi faro es tu mirada y tu amor mi sol.

Tu pirata soy yo,
y mi mar es tu corazón,
mi bandera tu libertad,
mi tesoro poderte amar,
tu pirata soy yo,
tu querido ladrón de amor,
en mi proa tu nombre va,
tu pirata soy yo.

¿Por qué no han entendido, que no hay edad,
color, razón, ni condición, ni tiempo
para el amor?

Eternamente amor navegaremos,
completamente unidos sin mirar atrás,
perdidamente amándonos al viento,
sin nudos en la mente y con la cara al mar.

La rueda del timón abrazaremos,
con rumbo a aquella estrella que te prometí,
volando en un velero por la espuma,
flotando entre la brisa del azul cristal.

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